Ene 23, 2024

Desafíos a 10 años del Consenso de Montevideo: reflexiones vecinales

Por Andrea Terceros Hans y Pamela Martín García

El pasado 14 y 15 de noviembre del 2023 se celebró la V Reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional de Población y Desarrollo, en cuyo marco se llevó a cabo la Sesión Extraordinaria de conmemoración por los 10 años del Consenso de Montevideo -CdM-, considerado como el acuerdo intergubernamental más avanzado en materia de población y desarrollo del mundo.

A 10 años de su implementación, si bien se visibilizan avances aún tenemos pendientes. El Consenso de Montevideo es considerado como un acuerdo progresista porque es el único documento en el mundo en el que los Estados se comprometen a implementar una serie de medidas para garantizar el acceso a derechos sexuales y derechos reproductivos. 

De acuerdo con la información presentada por la iniciativa regional de monitoreo social Mira Que Te Miro -de la cual Vecinas Feministas es parte- el promedio regional de cumplimiento de acuerdos en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos se ha incrementado en 2 puntos (de 60 a 62 con respecto de la primera medición realizada en 2017). Sin duda, la ampliación para el aborto legal en países como Colombia, México y Argentina han contribuido a que este porcentaje incremente, así como la ampliación de derechos en materia de matrimonio igualitario o uniones civiles entre personas del mismo sexo; ambos avances se han dado, sin duda alguna, gracias al trabajo incesante de los movimientos feministas y LGBTQ+. 

Sin embargo, es precisamente en el derecho al aborto en el que aún se tienen importantes desafíos. En la medición de Mira Que Te Miro, aborto es uno de los temas con menor cumplimiento junto con la rendición de cuentas con 43%, seguido del derecho a la Educación Integral en Sexualidad (EIS) con 47% de cumplimiento a nivel regional. Los países con mayor rezago en cuanto al aborto legal son algunos de El Caribe y de Centroamérica y con respecto a EIS se suman países de Sudamérica como Brasil, Perú, Chile, Bolivia que, casualmente, son países donde los grupos antiderechos vienen operando con intensidad, aplicando una serie de estrategias para detener el avance -e incluso generar retrocesos- en cuanto a estos derechos. 

Pero, el mayor desafío que plantea la realidad y configuración política de la región latinoamericana y caribeña con respecto a la agenda del Consenso de Montevideo a 10 años de su aprobación es garantizar su protección para que no ocurran retrocesos más graves de los que en algunos países se ha visto, especialmente cuando asumen el mandato gobiernos de derecha y ultra derecha que, en alianza con los grupos antiderechos están dispuestos a recortar y retroceder en los derechos ya conquistados. Esto se ha visto en países como Brasil, cuando asumió la presidencia Jair Bolsonaro; Uruguay, con Lacalle Pou; y actualmente lo estamos viendo con el presidente electo de Argentina, Javier Milei, que amenaza abierta y directamente en retroceder en la conquista histórica de la Marea Verde: la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo.  

Estos desafíos que surgen a 10 años del CdM, también plantea desafíos internos para los movimientos y organizaciones que trabajan en su vigilancia y defensa como, por ejemplo, la integración de El Caribe a la lucha por el aborto legal considerando que varios países de esta subregión son los más rezagados en legislación para garantizar el acceso al aborto legal y seguro. Es importante ampliar la mirada a toda la región, tener en cuenta las limitaciones de comunicación idiomática y también las culturales que se tienen con algunos países y construir conversaciones más horizontales e integradoras sobre las luchas y desafíos que se tienen en las distintas subregiones.

Por otro lado, el trabajo de vigilancia y defensa de la agenda del CdM requiere que desde los movimientos feministas y organizaciones de sociedad civil podamos reorganizarnos y cuidarnos, también. El autocuidado y cuidado colectivo son parte de los discursos y las reivindicaciones de los movimientos feministas porque sabemos que poner el cuerpo tiene un costo directo sobre la salud integral y esto no es distinto en los espacios de trabajo de incidencia. Es importante mirar con qué recursos contamos, porque esto repercute en la carga de trabajo que se tiene, afectando negativamente en las distintas esferas de la salud (física, mental, social). El descanso, el recambio, la delegación, el compartimiento del trabajo pueden y deben también ser politizados en pro de seguir siendo un cuerpo -ampliamente diverso- activo, que impacta y conquista derechos y los puede defender tanto en los espacios institucionales formales como en la calle. 

En síntesis, seguiremos activamente defendiendo y promoviendo el CdM, nuestra hoja de ruta hacia una vida más digna y sin dejar a nadie atrás. Y así lo haremos en nuestras acciones y con diversas voces en el proceso de Cairo+30 del próximo año. 

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